miércoles, 12 de diciembre de 2012

Tema 6: La vida en Roma I.

La educación

En esta época antigua de la historia de Roma, la educación de los muchachos se limitaba a la preparación que podía darle su padre. Se trataba de una educación de campesinos, basada fundamentalmente en el respeto a las costumbres de los antepasados (mos maiorum). Desde la más tierna infancia se les enseñaba que la familia de la cual eran miembros constituía una auténtica unidad social y religiosa, cuyos poderes estaban todos concentrados en la cabeza, en el paterfamilias, que era el propietario de todo, con derecho de vida y muerte sobre todos los miembros de la familia.

Hasta los siete años era la madre la encargada de la educación de los hijos. La madre es la maestra en casa. Ejerce, pues, un papel de suma importancia: no se limita sólo a dar a luz al hijo, sino que luego continúa su obra cuidándolo física y moralmente. Por eso su influencia en el hijo será importante durante toda la vida de éste.

A partir de los siete años era el padre quien tomaba la responsabilidad de la educación de los hijos. Un padre enseñaba a su hijo -puer- a leer, escribir, usar las armas y cultivar la tierra, a la vez que le impartía los fundamentos de las buenas maneras, la religión, la moral y el conocimiento de la ley. El niño acompaña a su padre a todas partes: al campo, a los convites, al foro, etc.

Por su parte, la niña -puella- sigue bajo la dirección y el cuidado de su madre, que la instruye en el telar y en las labores domésticas.

El definitivo perfeccionamiento a su formación lo daba el ejército, en el que se ingresaba a la edad de 16 o 17 años. La fuerza del ejército romano residía en su disciplina: el cobarde era azotado hasta morir, el general podía decapitar a cualquiera por la menor desobediencia, a los desertores se les cortaba la mano derecha, y el rancho consistía en pan y legumbres.


La infancia

Los niños romanos eran muy similares a muchos de nuestro tiempo. En sus ratos de ocio realizaban pintadas en las paredes y dibujos (“graphiti”). Ejemplos de ello se constatan en el paedagogium del palacio de Augusto o en alguna calle de Pompeya. Jugaban por las calles a la caza, al escondite, reñían entre si y tenían juguetes parecidos a los de ahora. De echo en algunas tumbas se han encontrado muñecas articuladas con su pequeño ajuar, aros, pequeños carros, trompos, pelotas, etc. A modo de canicas usaban nueces o manzanas. Tenían figurillas de plomo, animales minúsculos, dados, que se llamaban de una manera general “tesserae”, y que el jugador lanzaba por medio de un cubilete llamado “fritillus

En cuanto a lo que el DERECHO ROMANO establecía sobre la infancia, distinguía púberes e impúberes. Las mujeres entraban en la pubertad a los 12 años de edad, y los hombres desde los 14 (y en un principio se discutía si además era necesario un examen corporal que diera cuenta de su madurez física: "el habitus corporis"). El varón púber sui iuris pasa a ser plenamente capaz a efectos del derecho civil, pudiendo celebrar todo tipo de negocios jurídicos e incluso contraer matrimonio. Las mujeres púberes, en cambio, eran incapaces, (por desgracia era así) quedando sometidas a una tutela especial para mujeres, de carácter vitalicio, aunque con el tiempo fue adquiriendo un carácter meramente formal.

Entre aquellos que aún no alcanzaban la pubertad se distinguían los infantes e impúberes mayores que infantes. Al principio se consideran infantes aquellos niños que todavía no pueden hablar, y luego, en la época clásica, a aquellos que no pueden aún comprender lo que hacen, para finalmente, en la era post-clásica quedar el límite de edad fijado a los 7 años.

Entre aquellos que aún no alcanzaban la pubertad se distinguían los infantes e impúberes mayores que infantes. Al principio se consideran infantes aquellos niños que todavía no pueden hablar, y luego, en la época clásica, a aquellos que no pueden aún comprender lo que hacen, para finalmente, en la era post-clásica quedar el límite de edad fijado a los 7 años.

Los infantes son incapaces absolutamente, debiendo actuar por ellos su tutor. Los impuberes infantia maiores pueden celebrar actos jurídicos autorizados por su tutor, e incluso pueden tener responsabilidad penal



 La família y matrimonio

Hemos heredado de los romanos muchos aspectos relativos al ámbito familiar (costumbres, marco jurídico, términos lingüísticos,...), pero si queremos caracterizar a la familia romana no debemos fijarnos en las semejanzas con una familia actual, sino en las diferencias que existen entre ambas. Son precisamente las diferencias las que dan identidad propia, las que singularizan y definen. Por esta razón nos vamos a centrar en el estudio de dos ámbitos en los que la familia romana se aleja sensiblemente de una familia actual, a saber, la composición de la unidad familiar y el poder del cabeza de familia.

Por lo que respecta a la composición, en Roma integraban una familia no sólo las personas ligadas por vínculos de sangre, i.e., cónyuges e hijos, sino también todos aquellos que mantenían una relación de dependencia con el "pater familias" (esclavos, libertos y clientes). Una familia romana, por tanto, era mucho más amplia que una familia actual y podía estar formada por cientos de personas.

En cuanto al cabeza de familia, en Roma este papel correspondía indefectiblemente al padre o “pater familias”. Un "pater familias" romano tenía un poder enorme, la llamada “patria potestas” o “manus”, y en uso de él podía incluso matar a cualquier miembro de su familia (esclavos, desde luego, pero también hijos e incluso esposa en algunos casos). Actualmente las cosas han cambiado un poco: la antigua "patria potestas" la comparten padre y madre, se ejerce sobre los hijos hasta la mayoría de edad y no conlleva una autoridad tal que permita causar daño, y mucho menos matar. De todos modos nuestra lengua, más conservadora que nuestras costumbres, sigue evocando a la familia romana en palabras y expresiones referidas al poder/autoridad del cabeza de familia (patria potestad, emancipación, pedir la mano, etc).

Atendiendo a su amplitud y al poder del “pater familias” un historiador norteamericano ha comparado la familia romana con una familia mafiosa.


La muerte y los funerales 
 



Los monumentos funerarios de los romanos se situaban fuera de los límites de la ciudad a ambos lados de la calzada, y con frecuencia se adornaban con jardines. Un claro ejemplo son las necrópolis de Pompeya.
Había dos tipos de enterramientos inhumación o incineración.
Existían una gran cantidad de plantas para adornar el jardín dependiendo de las propiedades y de la simbología con la que se deseara realizar el monumento funerario.
Los jardines eran de distinta forma y dimensiones. La Cepotaphia era el término que denominaba la forma de monumento funerario más evolucionado que ocupaba una amplia parcela rodeada de jardines diseñados para ornamentar dicho monumento.
Las tumbas estaban dotadas de elementos para poder celebrar banquetes funerarios con los que sus seres queridos honraban al difunto: tubos de libación, cenadores, exedras y pozos. Frecuentemente de realizaban ofrendas de huevos, judías, lentejas y vino. El vino era un sustituto apropiado de la sangre, la bebida favorita de los muertos. En ocasiones especiales se sacrificaban animales y se hacía una ofrenda con sangre.
La familia romana estaba tan unida que al fallecer uno de sus miembros pasaba a formar parte de los antepasados a los que había que rendir culto. Ya era uno de los protectores de la familia, los Manes, que se les rendía culto manteniendo vivo el fuego del hogar. La tumba adquiría la categoría de altar, símbolo de la vida sedentaria. Debía de estar en el suelo y no podía cambiar de lugar, ya que los Manes exigían una morada fija a la que estaban vinculados todos los difuntos de la familia. El espacio del enterramiento, sepulchrum, adquiría el carácter de lugar sagrado, locus religiosus, inamovible, inalienable e inviolable. Solo podían acceder a él los familiares. Las partes externas, la momumenta, si que se podía transforma y redecorar.
Siempre que las circunstancias y la muerte lo permitían, el funeral daba inicio en casa del difunto. La familia acompañaba al moribundo a su lecho, para darle el último beso y retener así el alma que se escapaba por su boca. Tras el fallecimiento, se le cerraban los ojos y se le llamaba tres veces por su nombre para comprobar que realmente había muerto. A continuación se lavaba el cuerpo, se perfumaba con ungüentos y se le vestía.
Por ley estaban prohibidos los lujos en los funerales, pero permitían colocar sobre la cabeza del difunto las coronas que había recibido en vida. Siguiendo la costumbre griega se depositaba junto al cadáver una moneda para que Caronte transportara su alma en barca y atravesar así la laguna Estigia hacia el reino de los muertos.
Finalmente el cuerpo del difunto se colocaba sobre una litera con los pies hacia la puerta de entrada, rodeado de flores, símbolo de la fragilidad de la vida y se quemaban perfumes. Según la condición social permanecía expuesto de tres a siete días. En la puerta de la casa se colocaban ramas de abeto o ciprés para avisar a los viandantes de la presencia de un muerto en el interior. Como señal de duelo evitaban encender fuego en la casa.
Hasta finales del Siglo I, el funeral era celebrado por la noche a la luz de las antorchas, ya que la muerte era un suceso desgraciado y contaminante. A partir de esta fecha comienzan a realizar los ritos por el día, excepto los de los niños, suicidas e indigentes.
El transporte a la pira funeraria o a la tumba, se realizaba colocando al difunto en una caja de madera abierta que se colocaba sobre una especie de camilla para transportarla o era llevada a hombros por su familia. Detrás del difunto se situaba el cortejo fúnebre formado por el resto de la familia y sus amigos. A veces se acompañaban de músicos que tocaban trompetas y flautas o de mujeres que expresaban el dolor llorando o golpeándose en el pecho.
La humatio, era esencial en el funeral. Consistía en arrojar tierra sobre el cuerpo del difunto o sobre parte de él, según se tratara de una inhumación o una incineración. La tumba se consagraba con el sacrificio de una cerda y una vez construida se llamaba tres veces al alma del difunto para que entrara en la morada que se le había preparado.
Durante la ceremonia funeral se realizaba un acto de purificación para las personas que habían estado en contacto con el cadáver. Antes de la sepultura la tumba se purificaba barriéndola o limpiándola y después utilizando agua se limpiaba a las personas que habían asistido al funeral.
En época altoimperial y al entrar en contacto con culturas como la griega, el más allá se concebía como una región subterránea, en la cual vivían reunidas todas las almas, lejos de sus cuerpos recibiendo premios o castigo según la conducta en vida.


La casa 
 

A partir del siglo II a. de C. los romanos pudientes, influidos por la cultura griega, enriquecieron y ampliaron sus casas, adosando por detrás del tablinum una segunda vivienda de características griegas. Se trata de la domus, o casa señorial.

En la domus, cada habitación, salvo el atrium, de uso común, estaba destinada a un uso concreto: cubiculum (dormitorio), cenaculum (comedor), tablinum (despacho del pater familias). Ante la puerta de acceso al atrium había un pequeño vestibulum; el atrium, espacio al aire libre, era el patio central de la domus, y por su abertura superior entraba el agua de lluvia (compluvium), que caía en un pequeño estanque central (impluvium), comunicado con una cisterna subterránea. En un rincón del atrio estaba el larario, hornacina destinada al culto doméstico. Alrededor de este patio había algunas pequeñas habitaciones y, alineada con el eje de la entrada, una amplia sala (tablinum) que el dueño utilizaba como sala de audiencias y reuniones con personas no pertenecientes a la familia. Esta habitación comunicaba con el peristilo, un segundo patio interior muy amplio. El peristilo estaba porticado y adornado con toda clase de plantas, flores, estatuas y surtidores. A su alrededor se estructuraban las habitaciones mejor iluminadas y más bellas de la casa (dormitorios, salones), de las que la más importante era el triclinio, sala en la que los romanos cenaban, tendidos en unos divanes ligeramente inclinados y apoyándose elmohadones.


miércoles, 28 de noviembre de 2012

Tema 5: El imperio

Dinastia Julio-Claudia
El nombre Dinastía Julio-Claudia hace referencia a los cinco primeros emperadores romanos entroncados con Julio César: Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. Gobernaron el Imperio romano del 27 a. C. al 69 d. C., cuando el último de la línea sucesoria, Nerón, se suicidó. Estos cinco emperadores estaban unidos, por matrimonio y adopciones, con las gens Julia y Claudia. Julio César es considerado algunas veces, aunque erróneamente, como el fundador; esto a pesar de que nunca fue emperador (aunque ostentó un poder superior al de ellos) y tenía conexiones con los Claudios a través del matrimonio de Augusto con Livia y de varios otros entre sus descendientes. Por las venas deAugusto, Calígula, Claudio y Nerón corría la sangre de César. Aunque muchos historiadores sostienen que la dinastía fue fundada por Julio César, otros atribuyen el hecho a su sobrino nieto Augusto. Los Julio-Claudios también se hallaban emparentados con Marco Antonio.
Crisis del siglo III


La primera fase del gobierno imperial , conocida como el Principado, cuando las formalidades de la nunca constitucionalmente abolida República eran todavía la imagenpolíticamente correcta, también suele concluirse con la llegada de la Crisis del siglo III de 235–284, que concluyó a su vez cuando Diocleciano se convirtió en Emperador. Cambiando el concepto de emperador de las formalidades republicanas de los primeros tres siglos del Imperio, Diocleciano introdujo un nuevo sistema de reinado de una coalición de cuatro personas, la Tetrarquía,eligiendo el deshuso del título princeps, además de manifestar abiertamente la cruda realidad del poder imperial y adoptar un estilo de gobierno helenístico, más influenciado por la veneración de las deidades orientales del antiguo Egipto y el Imperio persa que por la tradición de cooperación civil entre la clase gobernante transmitida desde la República Romana.

Se puede argumentar que más crucial que el título escogido fue la anterior adopción del estatus divino como divus, originalmente un honor póstumo excepcional reconocido por el Senado, y más tarde entregado al emperador en vida (y a otros miembros de su familia), convirtiéndose en un privilegio no escrito de la corona.

Otro claro síntoma del elevado estatus imperial fue que éste llegó a encarnar la noción (abstracta durante la República) de la majestad de Roma, así que cualquier crimen contra ésta podía ser castigado como si se tratara de alta traición.

Los historiadores contemporáneos rechazan la interpretación de una transición del Principado al Dominado tan claramente ocurrida; más bien la tildan de una transformación más sutil y gradual, en la cual las reformas de Diocleciano en el oficio imperial, aunque significativas, son sólo un punto de una larga lista. Sin embargo, la distinción entre las dos fases principales del gobierno imperial se antoja importante y útil.
Disolución Imperio Occidental
Los breves reinados de Publio Helvio Pertinax (193) y Didio Severo Juliano fueron seguidos por el de Lucio Septimio Severo (193-211), primer emperador de la breve dinastía de los Severos. Los emperadores de este linaje fueron: Caracalla (211-217), Publio Septimio Geta (211-212, compartiendo el primer año de reinado de su hermano Caracalla), Heliogábalo (218-222) y Severo Alejandro (222-235). Septimio Severo fue un hábil gobernante; Caracalla fue famoso por su brutalidad y Heliogábalo por su corrupción. Caracalla otorgó en el año 212 la ciudadanía romana a todos los hombres libres del Imperio romano a fin de poder gravarlos con los impuestos a los que sólo estaban sometidos los ciudadanos. Severo Alejandro destacó por su justicia y sabiduría.

El periodo posterior a la muerte de Severo Alejandro (235) fue de gran confusión. De los 12 emperadores que gobernaron en los 33 años siguientes, casi todos murieron violentamente, por lo general a manos del Ejército, quien también los había entronizado. Los emperadores ilirios, nativos de Dalmacia, lograron que se desarrollara un periodo breve de paz y prosperidad. Esta nueva dinastía incluyó a Claudio II el Gótico, que rechazó a los godos, y Aureliano, quien entre el 270 y el 275 derrotó a los godos, germanos y a la reina de Palmira, Septimia Zenobia, la cual había ocupado Egipto y Asia Menor, restaurando la unidad del Imperio durante algún tiempo. A Aureliano le siguieron una serie de emperadores relativamente insignificantes hasta el ascenso al trono en el año 284 de Diocleciano.

Gobernante capaz, Diocleciano llevó a cabo un buen número de reformas sociales, económicas y políticas: eliminó los privilegios económicos y políticos que habían disfrutado Roma e Italia a costa de las provincias, intentó regular la creciente inflación mediante el control de los precios de los alimentos y de otros productos básicos, así como del salario máximo de los trabajadores, instituyó un nuevo sistema de gobierno en el cual él y Aurelio Valerio Maximiano compartieron el título de augusto, a fin de establecer una administración más uniforme en todo el Imperio. Sus poderes fueron reforzados por el nombramiento de dos césares, Galerio y Constancio, instaurando así el régimen de tetrarquía (dos augustos y dos césares). Diocleciano controlaba Tracia, Egipto y Asia, mientras que su césar Galerio gobernaba las provincias danubianas. Maximiano administraba Italia y África y su césar Constancio, Hispania, la Galia y Britania. La tetrarquía creó una maquinaria administrativa más sólida pero aumentó la ya enorme burocracia gubernamental con cuatro sectores imperiales y sus correspondientes funcionarios, lo que supuso una enorme carga financiera para los limitados recursos imperiales.

Diocleciano y Maximiano abdicaron en el 305 y dejaron a los dos nuevos césares inmersos en una guerra civil, que no acabó hasta la ascensión del hijo de Constancio Constantino I el Grande en el 312. Constantino, que había sido con anterioridad césar en Britania derrotó a sus rivales en la lucha por el poder y reunificó el Imperio de Occidente bajo su mando. Tras derrotar en el 324 a Licinio, emperador de Oriente, Constantino quedó como único gobernante del mundo romano. Se convirtió al cristianismo, que había hecho su aparición durante el reinado de Augusto y que, a pesar de las numerosas persecuciones de que fue objeto, se había difundido durante el mandato de los últimos emperadores y, a finales del siglo IV, se convirtió en la religión oficial del Imperio. Constantino estableció la capital en Bizancio, ciudad reconstruida en el 330 y rebautizada con el nombre de Constantinopla (actual Estambul). La muerte de Constantino (337) marcó el inicio de la guerra civil entre los césares rivales, que continuó hasta que su único hijo vivo, Constancio II reunificó el Imperio bajo su mando en el 351. Fue sucedido por Juliano el Apóstata, conocido por tal nombre a causa de su renuncia al cristianismo, y éste por Joviano (363-364).

A continuación el Imperio volvió a escindirse, aunque bajo el reinado de Teodosio I estuvo unido por última vez tras la muerte del emperador de Occidente Valentiniano II. Cuando falleció Teodosio (395), sus dos hijos se repartieron el Imperio: Arcadio se convirtió en emperador de Oriente (395-408) y Flavio Honorio en emperador de Occidente (395-423).

En el siglo V las provincias del Imperio romano de Occidente se empobrecieron por los impuestos exigidos para el mantenimiento del Ejército y de la burocracia; también a causa de la guerra civil y de las invasiones de los pueblos germanos. Al principio la política conciliadora con los invasores al nombrarles para cargos militares en el Ejército romano y administrativos en el gobierno, tuvo éxito. No obstante, los pueblos invasores del Este emprendieron gradualmente la conquista del Occidente y a finales del siglo IV Alarico I, rey de los visigodos, ocupó Iliria
Tema 4: Crisis de la república



Reforma de los hermanos Graco

Cayo Sempronio Graco y Tiberio Sempronio Graco. Tiberio murió asesinado en el 133 a.c. En este año Cayo servía en el ejército romano en Hispania.
Regresó a Roma unos años más tarde, pero no se dedicó a los asuntos públicos.En el 126 a.c. acompañó al ejército a Cerdeña, entonces en estado de rebelión.
Regresó a la capital de Roma sin autorización, con el deseo de vengar la muerte de su hermano.
Fue elegido tribuno de la plebe en el 123 a.c. Entonces se dedicó a que las leyes agrarias de su hermano entraran en vigor, que con el tiempo habían caído en el olvido.
Limitar la ocupación dl Ager publicus y de la distribución de la tierra recuperada entre los campesinos pobres. La ley agraria presentada por Tiberio no tenía nada de revolucionaria. Ésta reclamaba el principio jurídico sobre el que se fundaba el ager publicus, denunciaba las usurpaciones, prescribía que todos los ocupantes sin títulos fueran expulsados de las tierras usurpadas pero, aún en este caso, si las habían ocupado de «buena fe», se les concedía, al igual que a los demás, el derecho a disfrutar de una extensión de 500 yugadas (125 Ha) a las que podían añadirse 250 yugadas suplementarias por cada hijo. Por otra parte, las tierras recuperadas se debían distribuir entre los ciudadanos pobres. Los encargados del reparto serían una comisión de tres comisarios elegidos por el pueblo, los triumviri agris iudicandis adsignandis. Los lotes serían de 30 yugadas (7,5 Ha) y serían inalienables.
Para hacer frente a los gastos, Tiberio propuso una ley por la que solicitaba que los tesoros del propio reino, se emplearan en financiar la reforma agraria. Puesto que el rey había decidido que el pueblo romano fuese su heredero, era lógico que el pueblo romano y no el Senado decidiera el empleo de estos bienes. Este ataque suscitó una durísima oposición. El Senado decidió, a partir de entonces, lanzar una campaña de desprestigio contra Tiberio.
Introdujo una legislación que favorecía al pueblo, mientras refrenaba el poder del senado y de la aristocracia. Introdujo además un programa de reparación y construcción de carreteras en toda la península Itálica. Fomentaría el desarrollo de los recursos del país y daría trabajo a los pobres. Promulgó una ley que permitiera a los ciudadanos de Roma comprar el grano a mitad de precio.
Al año siguiente, en el 120 a.c. fue reelegido tribuno. El partido aristocrático ante este hecho, le ofreció mayores beneficios, que por supuesto no iban a darle. Con lo que los desacuerdos entre Cayo y los aristócratas se hicieron más intensos. Al siguiente año, ya no fue elegido tribuno.

Guerra civil entre Mario y Sila

Todas las guerras tienen unas causas y unas consecuencias. Comenzando con las causas y con una breve introducción:
Lucio Cornelio Sila era general y político romano que dirigió a los optimates (partido aristocrático) durante esta guerra.
La enemistad entre Mario y Sila comienza con la guerra de Yogurta entre el 111 y 106 a.c. Mario era oficial superior de Sila, que a pesar de su rivalidad, Sila continuó al servicio de Mario hasta el 103 a.c.Sila fue nombrado cónsul después de su éxito durante la guerra social (90 - 88 a.c.) entre los romanos y sus aliados italianos del norte, quienes demandaban más privilegios.
Mario, líder de los populares (partido de los plebeyos) intentó destruirle de su mando provocando así la guerra civil. Mario Cayo fue tribuno de la plebe en el 119 a.c. y siempre conservó la simpatía de las clases bajas.
Las consecuencias principales de esta guerra son;
Después de la derrota de los partidarios de Mario, éste tuvo que huir. Sila intentó aplastar al poderoso partido de Mario y se nombró dictador llamándose Félix (el afortunado) y condenó a muerte o al exilio a la mayoría de los que apoyaron a Mario. Sila restauró el poder del senado y de la aristocracia, imponiendo estrictos controles sobre los tribunos y otros magistrados.
Guerras sociales


La Guerra Social (91 a. C.-88 a. C.), también conocida como Guerra Mársica y más correctamente Guerra de los aliados, fue un conflicto armado entre la República romana y sus aliados italianos, que deseaban que se les concediera laciudadanía romana.

Durante el tiempo en el que Cayo Mario se ausentó de Roma (99 a. C.-90 a. C.), hubo una serie de años de paz relativa, en los que el senado parecía controlar el poder. Sin embargo, en el año 95 a. C. se publicó la Lex Licinia Mucia dirigida contra los aliados que hubieran adquirido fraudulentamente la ciudadanía romana, lo que provoca un fuerte malestar entre ellos.

En el año 92 a. C. fue elegido tribuno de la plebe Marco Livio Druso, que preparó una serie de medidas demagógicas que llevaron al enfrentamiento, como una nueva ley frumentaria y una devaluación del sestercio de plata. También estableció un acuerdo secreto con los aliados, prometiéndoles el derecho de ciudadanía a cambio de que corrieran con los gastos de una nueva distribución de tierras. Desaprobado oficialmente por el Senado romano, fue asesinado en su casa, lo que desencadenó la guerra.

Intervienieron picenos, lucanos, marsos, samnitas y apulios, a los que se unen etruscos y umbros, declarándose independientes en una república llamada Italia, con capital en Corfinium, al este de Roma, con un senado y facultad deacuñación de moneda. Al principio se suceden las derrotas romanas, hasta que en 90 a. C., el Senado da el mando del ejército a Sila, pero Mario se reincorporó a la política y se hizo con el mando efectivo.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Tema 3: La conquista de Hispania

Hispania y 2ª Guerra Púnica
Hispania era el nombre dado por los fenicios a la península Ibérica, posteriormente utilizado por los romanos, y parte de la nomenclatura oficial de las tres provincias romanas que crearon ahí: Hispania Ulterior Baetica, Hispania Citerior Tarraconensis e Hispania Ulterior Lusitania. Posteriormente se crearon las provincias Carthaginense y Gallaecia.
La Segunda Guerra Púnica es el más conocido de los enfrentamientos bélicos acaecidos en el marco de las Guerras Púnicas entre las dos potencias que entonces dominaban el Mediterráneo occidental: Roma y Cartago. La contienda se suele datar desde el año 218 a. C., fecha de la declaración de guerra de Roma tras la destrucción de Sagunto, hasta el 201 a. C. en el que Aníbal y Escipión acordaron las condiciones de la rendición de Cartago. En la Segunda Guerra Púnica destaca la Batalla de Cannas.
La conquista de Hispania
Ya antes de la Primera Guerra Púnica, entre los siglos VIII y VII a. C., los fenicios (y posteriormente los cartagineses) habían hecho acto de presencia en la parte sur de la Península Ibérica y en la zona de levante, al sur del Ebro. Se asentaron a lo largo de estas franjas costeras en un gran número de instalaciones comerciales que distribuían por el mediterráneo los minerales y otros recursos de la Iberia prerromana. Estas instalaciones, consistentes en poco más que almacenes y embarcaderos permitían no sólo la exportación, sino también la introducción en la Península de productos elaborados en el Mediterráneo oriental, lo que tuvo el efecto secundario de la adopción por parte de las culturas autóctonas peninsulares de ciertos rasgos orientales.
También sobre el siglo VII a. C., los griegos establecerían sus primeras colonias en la costa norte del Mediterráneo peninsular procedentes de Massalia (Marsella), fundando ciudades como Emporion (Ampurias) o Rhode (Rosas), aunque al mismo tiempo fueron diseminando por todo el litoral centros de comercio, pero éstos sin carácter poblacional. Parte del peso comercial griego, sin embargo, era llevado a cabo por los fenicios, que comerciaban en la Península con artículos de y con destino a Grecia.
Como potencia comercial en el Mediterráneo occidental, Cartago ampliaba sus intereses hasta la isla de Sicilia y el sur de Italia, lo que pronto resultó muy molesto para el incipiente poder que surgía desde Roma. Finalmente, este conflicto de intereses económicos (ya que no territoriales, puesto que Cartago no se había demostrado como una potencia invasora) desembocaron en las llamadas Guerras Púnicas, de las cuales la primera de ellas no terminó sino en un inestable armisticio, habiendo generado una animadversión entre ambas culturas que conduciría a la Segunda Guerra Púnica, la cual terminaría 12 años más tarde con el dominio efectivo de Roma sobre el levante y el sur peninsular. Posteriormente, Cartago sufriría la decisiva derrota en Zama que la borraría de la escena histórica.
A pesar de haberse impuesto sobre la potencia rival del Mediterráneo, Roma aún tardaría dos siglos en dominar por completo la Península Ibérica, ganándose con su política expansionista la enemistad de la práctica totalidad de los pueblos del interior. Se considera que los abusos a los que estos pueblos fueron sometidos desde el principio fueron en gran parte culpables del fuerte sentimiento antirromano de estas naciones. Tras años de cruentas guerras, los pueblos autóctonos de Hispania fueron finalmente aplastados por el rodillo militar y cultural romano, desapareciendo en este proceso de choque cultural, aunque no sin antes dejar el indeleble ejemplo de la resistencia feroz ante un enemigo muy superior.
Hispania, escenario de conflictos civiles
El siglo I a.n.e. fue un convulso período para la historia de Roma. Durante esta centuria se vinieron a desarrollar numerosos conflictos internos que terminaron desembocando en el final de la República Romana, para dar paso al Imperio. Y es que la progresiva concentración del poder en una sola persona daría al traste con el sistema republicano de dos cónsules como máximos magistrados. Lucio Cornelio Sila sería el político que primeramente marcara esta tendencia.

Las consecuencias de esta personificación del poder serán varias guerras civiles: Mario y Sertorio contra Sila, Pompeyo contra Sertorio o César contra Pompeyo serían algunos de estos enfrentamientos. Y uno de sus principales escenarios, la Península Ibérica, muchas de cuyas regiones se hallaban en pleno proceso de romanización.

El primer enfrentamiento civil que se produjo en Hispania tuvo como protagonista a Quinto Sertorio. Pertenecía, junto con Cayo Mario, al partido de los “populares”, que se enfrentaba constantemente en el Senado al de los “optimates”, a cuya cabeza se hallaba el propio Sila. El enfrentamiento le llevó a Sertorio a huir a la Península Ibérica, concretamente a la Hispania Ulterior, la más cercana al Océano Atlántico, en el año 81 a.n.e. Allí contó con el apoyo de los lusitanos, que llevaban pocas décadas bajo poder romano, después del asesinato de Viriato y la conquista del territorio. Para hacerle frente, Sila envió a la Ulterior a Quinto Cecilio Metelo, que persiguió a Sertorio por el actual territorio de Extremadura.
Fin de la conquista: guerras cántabras


Las famosas guerras que nos recuerda las enfrentadas entre Roma y los pueblos norteños de la Hispanía Citerior después de la Guerra Civil acaecida en el año 37aC.

Las guerras cántabras empezaron el año 29 aC y acabaron diez años después. La unión de los cántabros, astures y vacceos, junto a otras tribus pequeñas de las montañas del norte de España en busca de su independencia, hicieron que se enfrentaran con dureza contra el gran Imperio Romano. Sus causas son muy discutidas e inacabables. Pero todos los historiadores se ponen de acuerdo de que todo comenzó en la época de Augusto. Varias legiones romanas se trasladaron a Hispania, entre ellas la IV Augusta Macedonica, la I Augusta , la XX Valeria Victrix,.. que se unieron a la IX Hispana , a la V Alaudae , VI Víctrix y la X Gémina (casi 75.000 soldados)-
División administrativa

Tema 2: La república romana.

La república romana
La República Romana fue un periodo de la la civilización romana antigua caracterizado por una régimen de gobierno republicano . Se inició con el derrocamiento de la Monarquía Romana, 509 a. C., y duró más de 450 años, hasta los conflictos por el poder, a través de una serie de guerras civiles, hasta desembocar en un forma de gobierno imperial.
La República Romana se rige por un constitución compleja, que se centró en los principios de una separación de poderes, controles gubernamentales , equilibrios de poder. La evolución de la República Romana fue fuertemente influenciada por la lucha entre la aristocracia, patricios, Y los romanos con riquezas, pero que no eran de familias nobles, que eran apoyados por los plebeyos por pertenecer a esta clase social.

La unificación de Italia 
La Unificacion de Italia (en italiano il Risorgimento, "El Resurgimiento") fue el movimiento político y social que aglomerados a diferentes estados de la península italiana en el único estado de Italia en el siglo XIX . A pesar de la falta de consenso sobre la fecha exacta para el comienzo de la unificacion italiana y el final de este período , muchos estudiosos coinciden en que el proceso se inició en el año 1815 con el Congreso de Viena y el fin de imperio Napoleónico , y terminó en algún momento alrededor del año 1871 con la Guerra Franco -prusiana y incorporacion de los estados de la Iglesia.

"La Unificacion Italiana.- Los pueblos de Italia, desde la desaparicion del Imperio Romano (fines de la Edad Antigua y comienzo de la Edad Media), no habían logrado unificarse formando un solo Estado, sino que hallanbanse fraccionados, integrando algunos Reinos y otros estados autonomos. Por el Tratado de Viena de 1815 (Tiempos Comtemporaneos), Italia quedo dividida en siete Estados independientes, a pesar de pertenecer todos ellos a una misma raza, profesar el mismo credo y tener, ademas, el mismo pasado historico. Pero es en la segunda mitad del siglo XIX, que el anhelo nacionalista y de unificacion que agito Europa, mostrose tambien vigoroso en Italia. fue asi como los estados italianos, despues de vencer no pocas dificultades, y gracias a la labor sacrificada y heroica de muchos de sus patriotas, consiguieron unificarse formando, asi, una sola nacion, un solo Estado, este fue el Reino de Italia.

La conquista del Mediterráneo
Alrededor de 500 aC, el idioma latín se hablaba sólo en la propia ciudad de Roma y sus alrededores. Hoy en día 700 millones de personas repartidos en todos los continentes del mundo hablan un idioma que se deriva del latín. ¿Cómo este grupo lingüístico logró extenderse a tal extenso parte del mundo? La respuesta está en las conquistas militares de la antigua ciudad de Roma.
     Las primeras conquistas de Roma fueron contra las diversas tribus y las colonias griegas de Italia, que condujó al control de la totalidad de la península italiana y convirtiendo a Roma en una de los mas grandes potencias del Mediterráneo (ver mapa 2 - 260 aC). Luego Roma presto su atención a la otra gran potencia en el Mediterráneo occidental: Cartago. Roma luchó contra Cartago en 3 guerras largas y inensas y derrotó a los cartagineses en cada uno, lo que llevó a Roma heredar de Cartago su gran imperio comerciante del Mediterráneo occidental. (ver mapas 3 y 4 - 220 y 200 aC)

lunes, 29 de octubre de 2012

Tema 1: Los orígenes de Roma

Fundación de la ciudad: mito e historia
Dice la leyenda que Ascanio, hijo del héroe troyano Eneas (hijo de Venus y de Anquises), habría fundado la ciudad de Alba Longa sobre la orilla derecha del río Tíber. Sobre esta ciudad latina reinaron muchos de sus descendientes hasta llegar a Numitor y a su hermano Amulio. Éste destronó a Numitor y, para que no pudiese tener descendencia que le disputase el trono, condenó a su hija, Rea Silvia, a ser sacerdotisa de la diosa Vesta para que permaneciese virgen.
A pesar de ello, Marte, el dios de la guerra, engendró en Rea Silvia a los mellizos Rómulo y Remo. Cuando éstos nacieron y para salvarlos fueron arrojados al Tíber dentro de una canasta que encalló en la zona de las siete colinas situada cerca de la desembocadura del Tíber, en el mar.
Una loba, llamada Luperca, se acercó a beber y les recogió y amamantó en su guarida del Monte Palatino hasta que, finalmente, les encontró y rescató un pastor cuya mujer los crió. Ya adultos, los mellizos repusieron a Numitor en el trono de Alba Longa y fundaron, como colonia de ésta, una ciudad en la ribera derecha del Tíber, en el lugar donde habían sido amamantados por la loba, para ser sus Reyes.
Se dice que la loba que amamantó a Rómulo y Remo fue su madre adoptiva humana. El término loba, en latín lupa, también era utilizado, en sentido despectivo, para las prostitutas de la época.
La leyenda también nos cuenta como Rómulo mató a Remo. Cerca de la desembocadura del río Tíber había siete colinas: los montes Aventino, Celio, Capitolio, Esquilino, Palatino, Quirinal y Viminal. Rómulo y Remo discutieron sobre el lugar en el que fundar la ciudad y decidieron consultar el vuelo de las aves, a la manera etrusca. Rómulo vio doce buitres volando sobre el Palatino y Remo sólo divisó seis en otra de las colinas. Entonces Rómulo, para delimitar la nueva ciudad, trazó un recuadro con un arado en lo alto del monte Palatino y juró que mataría a quien osase traspasarlo. Remo le desobedeció y cruzó con desprecio la línea, por lo que su hermano le mató y quedó como el único y primer Rey de Roma. Este hecho habría ocurrido en el año 754 a. C., según la versión de la historia oficial de la Roma antigua.
Etapas históricas
-La República romana (en latín RES PVBLICA POPVLI ROMANI) fue un periodo de la historia de Roma caracterizado por el régimen republicano como forma de gobierno, que se extiende desde el 509 a. C., cuando se puso fin a la Monarquía Romana con la expulsión del último rey, Lucio Tarquinio el Soberbio, hasta el 27 a. C., fecha en que tuvo su inicio el Imperio Romano. La República Romana consolidó su poder en el centro de Italia durante el siglo V a. C. y en los siglos IV y III a. C.península Itálica sometiendo a los demás pueblos de la región y enfrentándose a las polis griegas del sur. En la segunda mitad del siglo III a. C. proyectó su poder fuera de Italia, lo que la llevó a una serie de enfrentamientos con las otras grandes potencias del Mediterráneo, en los que derrotó a Cartago y Macedonia, anexionándose sus territorios. se impuso como potencia dominante de la 
-El Imperio romano (en latín, IMPERIVM ROMANVM) fue una etapa de la civilización romana en la Antigüedad clásica, posterior a la República romana y caracterizada por una forma de gobierno autocrática. El nacimiento del Imperio viene precedido por la expansión de su capital, Roma, que extendió su control en torno al mar Mediterráneo
-El Bajo Imperio romano es el período histórico que se extiende desde el acceso al poder de Diocleciano284 hasta el fin del Imperio romano de Occidente en 476. 
Tras los siglos dorados del Imperio romano (período denominado Pax romana, que abarca los siglos I a II), comenzó un deterioro en las instituciones del Imperio, particularmente la del propio emperador. Fue así como tras las malas administraciones de la Dinastía de los Severos, en particular la de Heliogábalo, y tras el asesinato del último de ellos, Alejandro Severo, el Imperio cayó en un estado de ingobernabilidad que se denomina Crisis o Anarquía del siglo III. Entre los años 238 al 285 hubo 19 emperadores, ninguno de los cuales murió de muerte natural, y que fueron incapaces de tomar las riendas del gobierno y actuar de forma coordinada con el Senado, por lo que terminaron por sumir Roma en una verdadera crisis institucional. Durante este mismo periodo comenzó la llamada «invasión pacífica», en la que varias tribus bárbaras se situaron, en un principio, en los limes del imperio debido a la falta de disciplina por parte del ejército, además de la ingobernabilidad emanada del poder central, incapaz de actuar en contra de esta situación.
La Roma real:  los siete reyes y el fin de la monarquia.
El último de los reyes que tuvo Roma, Tarquinio el soberbio, encarnó como ningún otro la figura del tirano oriental que tanto acabarían odiando los romanos. Después de haber alcanzado el poder asesinando a su suegro (Servio Tulio), Tarquinio fue el primer monarca que se rodeó de una guardia personal para protegerse.
Ansioso de gloria, llevó a cabo importantes campañas militares en territorio etrusco, y también realizó obras de gran envergadura en la ciudad, entre las que destaca la construcción del majestuoso.
Pero sus victorias y sus construcciones no disimulaban su crueldad. Cansado de su despiadada arbitrariedad, el pueblo buscaba el modo de desembarazarse de su tiranía. El desencadenante de su caída fue la muerte de la joven Lucrecia. Esta honesta esposa había sido forzada por un hijo de Tarquinio, y tras confesar su desgracia a su padre y su marido, se suicidó delante de ellos atravesándose el corazón. La ciudadanía, encolerizada al enterarse del suceso, decidió expulsar al rey y a toda su familia.
Corría el año 509 a.C. y comenzaba la República romana, que gobernaría la ciudad durante cinco siglos.